Los Acuerdos de Paz cumplen hoy 23 años, pero ¿se han cumplido?, por supuesto que no

El gobierno, el Ejército y la Sepaz conmemoran hoy 29 de diciembre con bombos y platillos el 23 aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz que pusieron fin a 36 años de conflicto armado interno (1960-1996) con dos actividades: una ceremonia maya en el centro arqueológico Kaminal Juyú y un acto protocolario en el Palacio Nacional de la Cultura.

Jorge Mazariegos de León

¿Pero que se celebra? Quizás la firma porque los acuerdos siguen sin cumplirse.  Las desigualdades y la falta de justicia social siguen en un país que no ha cerrado las brechas que originaron el enfrentamiento que dejó más de 200 mil muertos, en su mayoría indígenas.

Para los chafas el cese al fuego fue uno de los grandes logros del Acuerdo de Paz Firme y Duradera, porque terminó la guerra que asoló, en su mayoría, en las áreas más desatendidas; una verdad a medias porque esas zonas continúan siendo las más pobres.

Para muestra otro botón, el Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas, suscrito en México en 1995, los problemas que ahí se plantearon para resolverse, no están totalmente atendidos y resueltos, pero dicen los pinochos que están vigentes en la agenda nacional, pero de que nos sirve si la situación sigue igual o quizás peor y no se resuelven.

El Acuerdo sobre Aspectos Socioeconómicos y Situación Agraria, firmado en mayo de 1996 en México, decía también que la carga tributaria debía crecer al 12 por ciento del PIB para impulsar el desarrollo en las áreas más pobres, pero eso no ocurre ya que apenas se llega al 10 porque los que más tienen se niegan a pagar impuestos.

Los Acuerdos de Paz abrían una ventana a la esperanza para los guatemaltecos más pobres quienes visualizaban una oportunidad cierta para empezar a construir un país más equitativo, particularmente en lo socioeconómico, pero no ha sido así.

Transcurridas más de dos décadas, la esperanza ha dado paso al desencanto, a pesar de logros innegables en campos como las libertades políticas, pero siguen los rezagos. Aquellos acuerdos que se firmaron en 1996 se quedaron en papel mojado.

La mayoría de la población se debate entre la pobreza y la miseria. La mitad de los niños sufre desnutrición crónica y la educación y la salud pública están en la calle de la amargura. La gente se muere por falta de atención en los hospitales nacionales.

Tampoco hay avances en el Acuerdo de Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas, como ejemplo el uso de los idiomas mayas en las instituciones del Estado. Tampoco se ha creado una comisión nacional de búsqueda de personas, que era una necesidad para la reconciliación, y no se ha incluido el informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico en el pensum de estudios.

Los acuerdos de Paz daban una agenda nacional para el desarrollo, planteaban una ruta, pero esta ha sido ignorada. Hay muchos acuerdos que son sustantivos y que podrían haber transformado la sociedad y la propia realidad guatemalteca, pero se han ignorado.

Ahora 23 años después hemos retrocedido. Los Acuerdos de Paz abrieron espacios para una sociedad más justa, pero estos han sido cerrados por el actual gobierno, cuyo presidente le ha dado poder al Ejército, lo cual representa un enorme retroceso e impide el desarrollo de la democracia.

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